sábado, 21 de septiembre de 2013

Son 41 muertos tras ataque a centro comercial de Nairobi

Los terroristas armados que atacaron un centro comercial en una zona acomodada de Nairobi mataron a 39 personas y dejaron más de 150 heridos, informó el presidente de Kenia.

El mandatario Uhuru Kenyatta dijo que perdió a "familiares muy cercanos" en el ataque, obra de "agresores despreciables" en un acto de cobardía.

Kenyatta agregó que cientos de personas fueron evacuadas del centro comercial y añadió que el valor y la solidaridad de los kenianos salvaron muchas vidas.

También explicó que las fuerzas de seguridad estaban respondiendo al ataque, en lo que calificó como una operación delicada. Señaló que la prioridad era proteger la vida de los que todavía están de rehenes.

Al-Shabab, un grupo extremista vinculado con al-Qaida, se atribuyó la responsabilidad del ataque y dijo que era en venganza por la incursión de las fuerzas kenianas en Somalia en 2011, además amenazar con más ataques.

Entre las víctimas hay extranjeros. El presidente de Francia dijo que dos mujeres francesas perecieron en el ataque y hay ciudadanos estadounidenses heridos, informó el Departamento de Estado el sábado, pero no ofreció más detalles.

El Departamento de Estado condenó "este acto de violencia sin sentido que ha resultado en la muerte y lesiones de muchos hombres, mujeres y niños inocentes".

En una declaración separada, una portavoz de la Casa Blanca dijo que algunos empleados del personal de la embajada de Estados Unidos en Kenia "han sido afectados trágicamente" por el ataque, pero no ofreció más información.

"Los autores de este acto repulsivo deben ser llevados ante la justicia y hemos ofrecido nuestro apoyo al gobierno keniano con ese propósito", dijo Caitlin Hayden, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, en un comunicado.

La embajada estadounidense en Nairobi está en contacto con las autoridades locales y ha ofrecido asistencia. Algunos elementos de seguridad británicos han participado en la respuesta al incidente.

En el centro comercial, clientes aterrorizados se ocultaron en los pasillos traseros y oraron para que los extremistas, que lanzaban granadas y disparaban con fusiles militares, no los encontraran.

Cuando la situación pareció calmarse, madres que lloraban y se aferraban a sus hijos, así como hombres salpicados de sangre, salieron huyendo del centro comercial de cuatro pisos.

Los atacantes preguntaron a las víctimas si eran musulmanes: si la respuesta era afirmativa, contaron varios testigos, podían marcharse. Pero no así los que contestaban no.

El centro está en una zona pudiente de Nairobi y es frecuentado por un público de alto poder adquisitivo. Había vehículos abandonados frente al centro después de que el ataque comenzó alrededor del mediodía.

Cuando caía la noche en la capital comercial del este de África, varios rehenes seguían dentro del centro comercial, pero funcionarios declinaron dar una cifra. Dos grupos de fuerzas especiales habían ingresado en momentos en que el enfrentamiento ya llevaba más de nueve horas.

Reporteros de The Associated Press dijeron haber visto más de 10 cadáveres horas después de que el ataque comenzó en el centro comercial Westgate, en la lujosa zona de Westlands en la capital del país.

Elementos del ejército y la policía rodearon el complejo comercial mientras helicópteros sobrevolaban el lugar. Un periodista de The Associated Press dijo haber visto que un soldado keniano herido fue metido en una ambulancia durante la tarde, un indicio, tal vez, de un tiroteo en curso en el interior del edificio.

Testigos dijeron que al menos cinco personas armadas —entre ellas al menos una mujer— atacaron primero un café al aire libre en el nuevo centro comercial, un elegante espacio que cuenta con tiendas de Nike, Adidas y Bose. El centro comercial es de propiedad israelí, y expertos de seguridad habían dicho desde hace mucho que la estructura resultaba un atractivo blanco para atentados terroristas.

Manish Turohit, de 18 años, dijo que dentro del centro comercial vio hombres armados con fusiles AK-47 y chalecos de los que colgaban granadas de mano. Dijo que escapó después de esconderse dos horas en el estacionamiento.

Rob Vandijk, que trabaja en la embajada holandesa, dijo que almorzaba en un restaurante dentro del centro cuando los atacantes lanzaron granadas de mano en el edificio. Agregó que comenzaron entonces los disparos y la gente empezó a dispersarse y tirarse al suelo.

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