jueves, 20 de marzo de 2014

Elvira Arellano regresó a Estados Unidos con visa humanitaria



Elvira Arellano, la activista que vivió un año en una iglesia de Chicago para tratar de evitar su deportación, dijo el jueves que ha reingresado al país con una visa humanitaria.

La mexicana de 38 años dijo en una entrevista por teléfono que fue puesta en libertad poco antes de las 3 de la tarde en San Diego, junto a su bebé de cuatro meses y otros dos inmigrantes. Añadió que salieron en libertad con visas humanitarias. Iba acompañaba por su otro hijo, Saúl, quien es estadounidense.

El grupo es parte de un contingente de unas 150 madres, padres, niños y "dreamers" procedentes de Centroamérica y México que llegaron a Tijuana para cruzar hacia Estados Unidos y pedir a las autoridades de inmigración que les autoricen reingresar por razones humanitarias o asilo.

Se conoce como dreamers a ciertos jóvenes que fueron traídos al país de niños de manera ilegal y que podrían regularizar su condición migratoria con la aprobación de la propuesta federal DREAM Act (Ley para el Desarrollo, Asistencia y Educación para Menores Extranjeros).

"Estamos felices de estar acá con otros compañeros que nos han apoyado. Vamos a seguir luchando para que otros padres y madres también puedan salir en libertad", dijo Arellano, quien estaba acompañada por la dreamer Dulce Guerrero, dirigente principal de la campaña para reingresar al grupo a Estados Unidos.

La activista agregó que se quedará por lo pronto en la frontera de San Diego, pero que planea regresar a la iglesia Adalberto Metodista Unida de Chicago, donde se refugió en 2006 para tratar de evitar que las autoridades de inmigración la deportaran.

Agregó que tiene una cita con un juez el próximo mes en Chicago.

Gillian M. Christensen, portavoz de la Policía de Inmigración y Aduanas, confirmó que Arellano salió en libertad y dijo que "un juez determinará qué es lo que pasará con su caso".

Las personas que declaran ser objeto de persecución por lo general quedan en libertan mientras esperan el resultado de sus procesos ante jueces de inmigración.

Después de pasar más de un año en la iglesia de Chicago, realizó una gira de promoción que la llevó hasta Los Angeles, donde las autoridades la arrestaron cerca de una iglesia. Fue rápidamente deportada a Tijuana.

Su caso sirvió de inspiración para la segunda ola del Movimiento Santuario, una movilización religiosa que albergó a decenas de inmigrantes en varias iglesias del país.

La activista pidió visa humanitaria el martes en la garita de Otay Mesa, en San Diego. Arellano encabezó el último grupo de cuatro que, en un periodo de nueve días, pidieron reingresar al país bajo argumentos de que fueron separados de sus familias, han sido amenazados por delincuentes o extorsionados por el crimen organizado.

Los demás integrantes del contingente siguen detenidos, excepto un mexicano que fue deportado hace unos días, dijo Guerrero.

A diferencia de protestas similares efectuadas el año pasado en Arizona y Texas, muchos no eran dreamers, sino que como Arellano, eran padres de niños pequeños.

La campaña de intentar el reingreso de estos inmigrantes fue organizada por Alianza Nacional de Jóvenes Inmigrantes. Es la tercera movilización de su tipo que realiza esta organización de dreamers.

Durante años, Arellano ha abogado abiertamente por una reforma a las leyes migratorias de Estados Unidos y ha criticado al presidente Barack Obama por las cerca de dos millones de deportaciones registradas durante su gobierno. Durante las marchas realizadas la semana pasada en Tijuana, Arellano arengó a la multitud con un megáfono.

Arellano contrató a un pollero para entrar en Estados Unidos de manera ilegal en la década de 1990 y, después de tres años en Yakima, Washington, se mudó a Chicago, donde limpiaba aviones para un contratista en el Aeropuerto Internacional O'Hare. Fue arrestada en una redada migratoria en 2002.

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